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Portada de La escuela sobre las aguas |
Pero la escuela no es un sitio, ni un conjunto de métodos, ni un grupo de personas reunidas en un recinto en el que se dedican a educar y aprender o a experimentar y aprender, aunque sí sea, en parte, todo eso. Como el barco de la paradoja de Teseo, la escuela es una y es muchas, y cambia con el tiempo, con el recorrido mismo del ser humano que debe reinventarla a medida que evoluciona, a medida que se hace más complejo en el tiempo.
De eso trata La escuela sobre las aguas. De ese proceso, nunca sencillo, siempre sofisticado, muchas veces sorprendente, por el que se nos debería enseñar a todos a pensar. De esa institución que navega sobre aguas inestables, difíciles, en un clima cambiante en el que los gobiernos algunas veces invierten, pero en otras dejan perder lo invertido, con escuelas pauperizadas y estudiantes abandonados. De esos educadores que dedican su vida a lanzarse «una y otra vez para tratar de redimir a tantos niños y niñas», para enseñarles, con desprendimiento material. Y trata sobre los jóvenes estudiantes y la sociedad en las que éstos desarrollan su pensamiento, el recurso del que se sacan todos los bienes posibles y que debería ser el más importante para cualquier nación.
Los que conocen la pluma de Lilian Guevara, saben que en este libro se encontrarán textos apasionantes, hechos con altas dosis de sarcasmo, humor negro e ironía, tejidos con un lenguaje lírico riquísimo y sólidas ideas.
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Texto de la contraportada |
Personajes que se desarrollan en variados escenarios rurales y urbanos, del pasado y del presente, conectados por el agua que fluye por los paisajes o la luz que viaja en el tiempo. A través de ellos, la autora nos lleva a meditar sobre diversos problemas sociales, las transformaciones de las ciudades y, en consecuencia, de sus habitantes, las relaciones de poder, la dura situación en la que laboran y sobreviven los docentes, y las preocupaciones de los jóvenes que tratan de incorporarse a una sociedad desequilibrada y ambigua, casi siempre injusta. Todo, alrededor de la escuela, esa que apenas existe en el mundo rural, autosimilar a la urbana pública, pauperizada pero muchos órdenes de magnitud mejor, autosemejante a la privada, cargada de paradójicas deficiencias y costos que la sociedad neoliberal ha dedicado décadas en imponer a sus miembros sin necesidad.
La escuela sobre las aguas de Lilian Guevara es un libro necesario. En especial, en estos momentos en que la educación y el pensamiento, precisamente ese recurso, el de más valor, están en serio peligro.