Pero no es suficiente con la palabra. Se requiere de un demiurgo que con paciencia y mucho oficio literario construya lugares, fabrique situaciones y convoque personajes para que las vivan en estos mundos forjados con palabras que buscan explicar un poco cómo funciona el universo y de qué está hecha la humanidad.
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Personajes como la madre idealista, la abuela pragmática, un alterego que a veces es médium y a veces es maga, un hijo que es la pureza, una hija que es la esperanza, un amor que no es nombrado, una procesión que lleva horrores en los hombros y una multitud que aspira a la eternidad.
Símbolos como una puerta roja, unos zapatos de charol, cientos de mariposas, la vasija de helado, las estrellas, los enigmáticos monicongos, los lobos en los juegos infantiles, el dinosaurio y la lagartija de millones de años que nos hace vernos, tan efímeros, insignificantes.
Personajes y símbolos interconectados por múltiples hilos que la autora teje y desteje a su antojo, gracias a un dominio fino del tiempo narrativo que le permite, en un instante, llevarnos como por unos agujeros de gusano a través de épocas distintas, lugares remotos y situaciones diversas. Con esta técnica, casi sin que lo notemos, en apenas unas líneas, vemos gente que avanza y retrocede en el tiempo, edificios con patios y jardines que aparecen y desaparecen desmontándose ante nuestros ojos, o la historia que cambia de la escala de un instante, un año, un siglo, a la inasible, inmensa, de las eras geológicas.
Con estas técnicas y sobre estos elementos narrativos, Lilian Guevara monta las historias de sus personajes. Relatos que no solo son ocurrencias interesantes, sino dispositivos que con inteligencia ha ido creando a lo largo de años, ensamblándolos en un orden cuidadoso, para hacernos reflexionar sobre el ser humano. Historias en las que medita sobre las relaciones sociales y materiales, soledad y desesperación, el amor que es como la música y la poesía, y la búsqueda denodada del conocimiento que podría salvar a la humanidad, como lo ha hecho antes.
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Mundos probables es un libro de 51 textos breves, estrechamente relacionados, en los que Lilian Guevara nos comparte sus reflexiones filosóficas y sus preocupaciones sociales, con sensibilidad, ironía y algo de sarcasmo. No son cuentos, no son poemas, no son ensayos, son textos que rompen con los límites de estos géneros literarios, conjugándolos. Es un libro que ha sido trabajado con paciencia y oficio literario, con la dedicación de la artista que no tiene apuro, con la calma de la pensadora profunda que por décadas ha analizado los problemas de la sociedad en la que vive, con la garra e ingenio de una persona brillante. Es un libro que nos muestra las múltiples facetas de la humanidad con sus obsesiones y necesidades, sueños y esperanzas.