Recordando a Mahalia Jackson en Navidad


La voz de Mahalia surge desde las navidades de mi infancia. Llega con las primeras brisas del verano fresco; con el olor del ron ponche espeso, coctel fascinante, prohibido en ese entonces, anhelado; con el sabor inefable del arroz con pollo perfecto de mi madre y una puerca asada lentamente, previo marinado en un elixir especial creado con naranjas agrias y otras sustancias indicadas en la receta antigua preservada por mis antepasadas; con la visión de un pesebre centenario de figuritas de yeso pintadas a mano y animales fantásticos que el tiempo fue agregando, olvidados por generaciones de niños: paisaje pastoril con iluminación technicolor, bajo un cielo de témpera con una estrella de lentejuelas. En ese ambiente, la voz mística y poderosa de esa mujer superdotada, cantando al Niño con humildad contagiosa, completaba esa celebración anual de cumpleaños para la que mi familia se reunía, momento de unión y paz.

Pero la infancia de Mahalia fue muy diferente. Nació en 1911 con el nombre de Mahala, en New Orleans, Luisiana, en un barrio miserable de una zona conocida como "Black Pearl". Hija de un reverendo que antes había sido barbero y trabajador de puerto, creció con su madre, en una pequeña casa que compartía con varias tías, el patriarca abuelo de la familia, primero esclavo, luego predicador, primos y hermanos que la conocían como "Halie". De cuatro años quedó huérfana de madre, y de su crianza se encargó una tía muy severa que todos conocían como "Duke" y que no dudaba en utilizar el fuete para corregir a la pequeña niña. No tuvo la oportunidad de asistir a la escuela, pero sí a la Iglesia Bautista de Monte Moriah, donde alababa con su canto a Dios. Lo hacía tan bien, que una de sus tías le dijo que su voz la llevaría un día a cantarle a la realeza.

Con éste y otros sueños, sin dinero ni un oficio, a los 16 años se aventuró hacia el norte de los Estados Unidos, específicamente hacia Chicago, en esa migración multitudinaria que entre la segunda y tercera década del siglo XX llevó al norte a millones que huían del racismo sureño y buscaban mejores trabajos y oportunidades de educación para sus hijos. Muchos, como Mahala, no lo sabían, pero llevaban consigo una riqueza invaluable: una cultura musical única en el planeta tierra, recién desarrollada en esa encrucijada que es el delta del Mississipi, en el que convergieron África, Europa y América.

Dicen que en la primera misa en la que participó en Chicago, y como solía hacer en su ciudad natal, cantó e inmediatamente fue invitada a unirse al coro. Pronto empezó a recorrer la ciudad, cantando música sagrada de iglesia en iglesia, y en funerales. Gracias a estos recorridos, en 1929, conoció al compositor Thomas A. Dorsey, justo en la época en que había decidido abandonar la música secular para dedicarse a lo que él mismo llamaría por primera vez "gospel". A la jovencita Mahala la ayudó en su preparación musical y compuso para ella piezas que se hicieron famosas, la más conocida "Take My Hand, Precious Lord", que años después Marthin Luther King nombraría como su predilecta.

En este principio de la década de los 30 Mahala decide agregar la "i" a su nombre, y se convierte en la legendaria Mahalia Jackson, la "reina del gospel".

En 1931 grabó su primer sencillo, "You Better Run, Run, Run" del cual no se conserva copia. Seis años después se unió a Decca Records, que le publicó, sin éxito, media docena de sencillos. En 1947 firmó con Apollo Records, una casa disquera de New York hoy desaparecida, con quienes grabó casi 100 sencillos, entre estos su primer gran éxito, "Move On Up A Little Higher" (1947), del que se vendieron ocho millones de copias. Con ellos también grabó "Let the Power of the Holy Ghost Fall on Me" (que ganó el Grand Prix du Disque en Francia), "Silent Night, O Holy Night" (éxito de venta en los países escandinavos), con lo que su voz llegó a Europa.

Ya para entonces Mahalia se presentaba en más salas de concierto que en iglesias, y en 1950 fue la primera cantante de gospel en hacerlo en el Carnegie Hall de Nueva York. En 1952 recorrió Europa donde fue recibida por una crítica que la alababa, llamándola "ángel de paz" en Paris y "la mejor cantante de gospel" en el resto del continente.

En 1954, tras numerosos problemas con la administración de Apollo, Mahalia decide unirse a Columbia Records con quien grabó "The World's Greatest Gospel Singer", el primero de los más de 30 álbumes que hizo en su vida. Lo más importante de su relación con esta disquera, además de las grabaciones, fue que la promovieron fuera del mercado de la música religiosa en el que la tenía encasillada Apollo.

Esto la llevó, a aparecer en 1958 en la película "St. Louis Blues" (basada en la vida del músico W.C. Handy) y un año después cantando "Trouble of the World", con una pasión que hace llorar de emoción al espectador más duro, en el desenlace final de la película "Imitation of Life".

En 1963 participó en la famosa manifestación realizada al pie del monumento a Lincoln en Washington, en la que Martín Luther King pronunció su famoso discurso "I have a dream". Ese día, Mahalia interpretó "I've Been 'Buked, and I've Been Scorned" con lo que su voz, espiritual y poderosa quedó para siempre ligada al movimiento por los derechos civiles de los Estados Unidos.

Durante los años sesenta Mahalia regresó varias veces a Europa, cantó en Liberia, en varias islas del Caribe, en Japón y en la India. Las palabras de su tía se convirtieron en profecía cumplida: Mahalia Jackson, la niñita que cantaba en la iglesia bautista del Monte Moria en New Orleáns, se presentó varias veces ante la realeza.


Pero Mahalia nunca dejo de ser esa mujer humilde y temerosa de Dios que llegó a Chicago a los dieciséis años. Toda la vida se negó a cantar música secular. Así que, mientras el gospel se convertía en Rock´n Roll, fiel a su devoción Mahalia continuaba cantándole exclusivamente a Dios con fervor, entrega y generosidad.

Generosidad que le ofreció también a los demás: parte de la fortuna que obtuvo con la fama la dedicó a ayudar a jóvenes a pagar sus estudios universitarios a través de una fundación que inició con tal fin. También, ayudó personalmente a varias cantantes, como Dorothy Norwood, Albertina Walker, Della Reese, y fue mentora de la "reina de soul", Aretha Franklin, en cuya casa pasaba largas horas.

Su último álbum, "What The World Needs Now", apareció en 1969. Su último concierto fue en Alemania, en 1971.

El 27 de enero de 1972 murió en Chicago de complicaciones propias de la diabetes. Mahalia pidió ser enterrada en su natal New Orleáns, pero fue imposible cumplirle el otro deseo de una ceremonia sencilla. Primero en Chicago, donde la despidieron famosos como Ella Fitzgerald, Sammy Davis, Jr. y Aretha Franklin, que cantó para ella "Take My Hand, Precious Lord", luego en Luisiana, donde las multitudes de ricos y pobres se alinearon en las calles para verla pasar, mientras las bandas tradicionales se tomaban la ciudad para despedirse de ella.


Mahalia Jackson fue una de las voces más privilegiadas del siglo XX, la mejor entre las cantantes de gospel, la más inspirada, la más pura, la más apasionada, la más devota. Mientras escribo esta nota la escucho nuevamente cantar con potencia, con una voz hermosa y natural que en ella parte, no del corazón, sino del espíritu humano emanado de Dios, que ansía regresar a su origen. Eso es lo que se siente. Gracias a Youtube ahora podemos verla en sus últimos años caminando por las calles de Chicago: una mujer superdotada, pero humilde como la niña que alguna vez limpió casas y planchó ropa para sobrevivir. Una mujer realizada por una vida dedicada a lo único que amó.

Hoy regresa la temporada navideña con esa voz de Mahalia que surge del pasado cantando con amor "What Child Is This?", "It Came Upon a Midnight Clear", "O Holy Night" o ese curioso villancico "Happy Birthday to You, Our Lord" que en un nuevo ciclo anual espero escuchar y admirar con humildad y fe en compañía de los que amo.

JLRodríguezPittí, D.R. (C) 2008.