NUEVAS CIRCUNSTANCIAS

—Esa última vez pudiste ser mía

—Me atemoricé.

—Aún serías mía.

—No quería perder el control. ¿Recuerdas que te lo dije?

—Nunca debí llevarte a clases.

—Al día siguiente... Sólo tenías que esperar un día más.

—Sabes que no pude.

—Me hiciste perder el control. Y ese día tenía un examen. Y era el patio de la universidad. Te propasaste...

—Tú lo deseabas.

—Entiéndeme. Eran muchas circunstancias en contra de ese momento. No debiste llevarme. Sólo tenías que esperar un día más.

—Pero igual, no quisiste nada al día siguiente. Ni siquiera me besaste. Me pareció absurda tu actitud.

—Me ponías nerviosa. Ya lo sabes. No quería que tuvieras ese poder sobre mí.

—Pero el jueves igual lo hice, y sólo faltó un poquito para adelantar el viernes.

—Y ahora las circunstancias serían distintas.

—Nunca comprendí por qué actuaste ese viernes así. No me gustó sentirme rechazado.

—No lo hice por herirte. Entiende. Fui cobarde. Tuve miedo de enfrentarlo. El miedo de empezar una vida de cero fue atroz, pudo más que yo.

—Pero, al no aceptarme, empezaste igual una nueva vida.

—Siempre es posible volver a empezar.

—Cierto a veces. Pero otras muy tarde.

—¿Y en ésta? Quisiera empezar contigo. El control no me preocupa. He aprendido la lección.

—¡Pero es que no comprendes! ¿No te das cuenta de las circunstancias en las que estamos?

—Sólo son eso: circunstancias.

—Pero, él te mató. Entiéndelo. Estás muerta. Has muerto.

—Y, ¿qué diferencia hace?


-----
© José Luis Rodríguez Pittí
Publicado por primera vez en la Revista MAGA #60-61, Panamá, 2007.